Ayer por la tarde en la reunión de vecinos , nos enteramos de la desaparición física de uno de los luchadores de la Villa la Maternidad, a él todos nuestros deseos de paz.
En forma de homenaje y divulgación transcribimos un reportaje realizado por nuestro compañero Ezequiel Rogna y que fué publicado en el Portal de San Vicente n 16.
“No sé para qué quiere tanta tierra, si no le cabe tanto en las orejas”, dice cuando le nombro a Euclides Bugliotti, dueño del Grupo Dinosaurio. Y es que Heraldo, nacido “hace una enormidad de años” en San Antonio de Litín (Departamento de Unión), llegado a Córdoba Capital cuando niño y vecino sanvicentino desde hace 45 años, se ha convertido en uno de los principales representantes de la resistencia contra el desalojo que los vecinos de Villa La Maternidad han debido sostener durante los últimos ocho años. Por ello no demora en decir, sin que le pregunten: “Tenemos una lucha; tal es así que hasta ahora tenemos que mantenerla porque no hay caso. La avaricia de los seres humanos es terrible. Cuando se les despierta, no tiene fin. Ahí tenemos a este hombre de enfrente…”
Sin embargo, la historia de Heraldo comienza mucho antes. Al menos la historia que aquí interesa, empieza en el momento en el que compró “dos habitaciones y un excusado con la posesión del terreno correspondiente en julio de 1966.” Por entonces, ya hacía unos años que trabajaba como relojero (oficio que ejerció durante más de 50 años), hacía deporte (era un eximio ciclista) y estudiaba medicina. “Al tiempo, ya dejé de estudiar porque vi que acá tenía mucho trabajo, mucho que hacer”, dice Heraldo. Y agrega: “Si yo tuviera un título universitario, a lo mejor estaría prendido ahí cumpliendo la función. En cambio así, soy soberano, soy dueño de hacer lo que yo quiera.”
Como ciclista, su desempeño lo llevó a obtener una veintena de trofeos en competencias realizadas en distintas provincias. Recuerda que en esa época “había tres Heraldos: Heraldo Bosio, el de la orquesta rítmica que actuaba en Villa Retiro siempre, un subcomisario que por su profesión vuelta a vuelta salía en los medios de difusión, y el otro era el deportista que salía casi todas las semanas, aunque no corriera, porque tenía prensa y aparecía su posición.” Aunque un severo accidente en Villa Allende lo llevó a abandonar el ciclismo, aún hoy se lo puede ver por las calles de San Vicente sobre su bicicleta modelo inglés.
También fue fundidor de bronce (oficio que aprendió y practicó en la Escuela Presidente Roca, en el Parque Sarmiento) y apicultor, y siempre alternó sus trabajos con la lectura y las escapadas a los cineclubes, actividades que perduran hasta la actualidad. De hecho, en una misma conversación, Heraldo puede traer a colación al escritor finlandés Mika Waltari, al tucumano Alejandro Olmos y su investigación sobre la deuda externa argentina, al sabio indio Rabindranath Tagore o al último documental de Tristán Bauer sobre el Che Guevara. A diferencia de éste, Heraldo se muestra como un hombre pacifista, como una persona que rechaza la lucha violenta. “Siempre trato de dar en lo efectivo, en lo real en lo que hay que hacer”, dice. Eso, tal vez, lo haya empujado a ser “el decano de la U.A.C. (Unión de Asambleas Ciudadanas) en la ciudad de Córdoba”, rol que lo ha llevado a compartir experiencias con otras organizaciones en ciudades como Buenos Aires o Concepción del Uruguay. Tal vez, también, “lo que hay que hacer” lo impulse a trabajar en la huerta comunitaria ubicada a metros de su casa de 140 años, cuyas ampliaciones, construidas con mano propia, fueron destruidas por una topadora durante el desalojo forzoso de los vecinos de Villa La Maternidad los días 15, 16 y 17 de junio del año 2004. Heraldo repasa la lista de personas fallecidas durante el “traslado”, al que no duda en calificar como un “genocidio”, cuenta cómo muchos fueron tentados por 300 pesos ofrecidos por “trabajadores sociales” contratados por la provincia y se fueron a vivir a “Ciudad de mis sueños”, quedando aislados del resto de la ciudad de Córdoba por la falta de transporte y enajenados por el desarraigo. Recuerda el caso de un hombre que se volvió loco y empezó a arrojar piedras contra su casa y las de sus vecinos y, sobre todo, se acuerda de Chicha, la señora de 72 años que nació y vivió toda su vida en el barrio y que falleció de un paro cardíaco 48hs después de haber sido obligada a abandonar su casa.
Consternado, dice Heraldo: “Hay que ver lo que ha hecho Hitler, y estos han hecho lo mismo, le han copiado, nada más que a menor escala. Ahora, aquel era un país en estado bélico, que está exaltado, y en cambio acá no; acá estábamos en paz. Sino que vienen ellos a querer llevarse todo, a agarrar todo y no les interesa nada. Lo que a mí me duele son las vidas humanas.” Sin embargo, se muestra esperanzado en su lucha contra la “asociación ilícita” conformada por los principales responsables del “desgobierno” provincial y sostiene: “Creo que vamos a salir adelante. Porque nosotros vamos con la verdad, vamos con la dignidad, vamos con el derecho y vamos con la justicia, porque somos hombres justos
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